2 de febrero de 2007

Para recordar (parte 2 - 26 de noviembre de 2004)

Si tuviera que contar toda mi vida tendría que escribir un libro, así que, como prefiero algo más modesto, lo reduzco a este sencillísimo cuento.
Ya narré una infancia increíble, con momentos inolvidables junto a todos mis vecinos... Recuerdo también otras cosas y se me pone la piel de gallina. Acá van algunas más:
A muchas ya les conté que tuve una época en que no fui una nena, sino más bien un varoncito. A quienes no saben o no entienden esta transexualización, se las explico: yo era la única nena en un grupo de 8 ó 9 varones (en constante aumento cuantitativo). Imaginarán que lo menos que tenía yo era tetitas (¡ahora entiendo!) porque me la pasaba horas en el piso jugando a que era soldadito igual que Fede, Ramiro, Coco, Juan Manuel, etc. Casi, casi que me crece la pistolita... gracias a Dios (gracias, Dios!!!) aparecieron la prima de Fede y Naty Míkula para salvarme del travestismo. Obviamente, yo seguía jugando con ellos pero ya a otro nivel, casi femenino. ¿Ya conté que para ir de casa en casa pasábamos sobre la medianera? ¿y que nuestras mamás nos llamaban también desde el patio de nuestras casas al grito de "¡¡A TOMAR LA LECHE!!" ó "¡¡A COMEEEEEEEERR!!". Y cuando éramos muchos la cosa se ponía buenísima porque nos ponían a todos a tomar una zucoa con galletitas o con tostadas con manteca o mermelada y quedábamos listos para 3 horas más de juego. Cuánta irresponsabilidad, ¿no? pero de la buena, porque éramos chiquitos y vivíamos el día a día. Cómo se extraña eso, la verdad...! Bueno, y así eran todos los días y en una casa diferente. Hoy acá, mañana allá. A mi me gustaba estar en mi casa o ir a lo de Fede, porque las zucoas o las cosas amasadas de mi mamá no tenían desperdicio... y en lo de Fede tomábamos la leche tirados en unos sillones mirando los dibujitos. Obvio que nos quedábamos a dormir también en otras casas. Para qué, digo yo, si estábamos al lado! Pero era esa cosa de comer y dormir en un lugar diferente y de poder seguir jugando más allá de las horas habituales. Jugar a la guerra de almohadonazos, al cuarto oscuro... Sí que éramos sanos. Las madres con tal de que no jodas te preparaban papas fritas con huevo frito, panqueques, sanguchitos, todo lo que fuera rico y rápido (lo sano lo dejaron para más adelante..). Lo mejor era pasar año nuevo entre vecinos, no saben qué bueno que estaba juntarse después de las 12 a brindar en la calle con todo el mundo y empezar a tirar cuetes! Y también comer garrapiñadas, confititos, turrón, pan dulce y por qué no tomar un poquito de sidra. ¡y los Reyes! Salir a la calle a mostrarnos todos los regalos que nos hacían los reyes, era lo más. Y qué tontas! Todas creíamos que venían y se comían el pasto y se tomaban el agüita. Esas ilusiones no se borrarán jamás de mi cabeza.
Algo más: Mi ratón no se llamaba Pérez... Cuando yo dormía, mi mamá me dejaba un papelito con un billete de lo que ahora serían dos pesos y firmaba: "FLORIPÓN". Yo le decía: "¡¡Mamá, mirá, el ratoncito sabe escribir!!". Qué boluda. Hasta que alguien me dijo que ese ratoncito no existía, que eran mis papás y esto y lo otro... ¡qué desilusión! Creo que hasta llegué a enojarme con mi mamá. Mi papá siempre zafaba de todo, porque como en casa la que llevaba los pantalones era mi mamá y quien nos retaba siempre era ella, entonces mamá era la mala de la película. A propósito, una vez, me cuenta mamá, yo le dije: "Mami, ¿vos no te enojás? pero yo lo quiero a papá así (dedito índice y pulgar juntitos) un poquitito más que a vos" Si seré yegua, pobre vieja.
Y bueno, el tiempo pasó, pasaron muchas cosas: se incendió la torta de cumpleaños de Rocío (para las que no saben, la mamá de Rocío era una experta tortera que te hacía tortas con la forma que quisieras y en esta oportunidad había hecho un par de tortas con la forma de los ositos cariñosos sentados sobre nubes de algodón... Imaginarán que cuando fue a prender las velitas, el algodón ardió en llamas...), unas cuantas nos hicimos "señoritas" y tantas otras cosas que de a poco iré recordando.

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