4 de noviembre de 2011

En forma de fichas

Volví.

Pero muy brevemente porque no sé qué escribir. No puedo pensar literariamente, no me sale el posteo, no soy interesante.

Trabajo. Esa es la única causa de mi adormecimiento virtual. No hago otra cosa que trabajar y pensar sólo en alemán. Decí que la gente es macanuda, sobre todo mi jefe, que es el mejor del mundo y no exagero. Me llama "insolente" y se caga de risa porque le dije "que no cunda el pánico" en un email con la cancelación de un seminario. Y se caga de risa cuando invento alguna frase en alemán, y en mi cara. Y me agradece cada pelotudez que hago. Jamás en mi vida vi algo así. Los demás: en stock tenemos amorosos, impacientes, carasdeculo, simpáticos, jóvenes y más jovatos. Hasta se me enamoró un jovencito, al que al yo decirle que me fui de vacaciones con mi marido se le transformó la cara como a Rafa, cuando Lisa niega ser su novia frente a las cámaras de tele. Lo juro, nunca me pasó y me llenó de ternura. El asunto, me di cuenta hace poco, la gran mayoría me hace más pebeta. Un par de almuerzos atrás dije mi edad no sé en qué contexto y varios me preguntaron "¡¿vos tenés 31?!". Y eso que me visto seria y me maquillo un poco. Me puse contenta.

Pero cómo dije, ando cansada, aún luego de 2 semanas de haber vuelto de vacaciones (casi escribo volvido, lo juro). Tan cansada que hace un par de días me dormí en el tren con los auriculares puestos, escuchando música Pop, y me desperté cantando con "mmm" una canción de Maroon 5.

Con ese papelonazo cierro este post, porque no tengo nada más que decir y porque me dio vergüenza recordarlo. Antes de ponerme colorada les digo: hasta luego, cocodrilo!

30 de julio de 2011

Algunas observaciones 2

-Los alemanes leen muchísimo.
-La cantidad de rubros y subrubros de revistas me sigue asombrando (y esto para mí es un claro reflejo del orden y la estructura de este país)
-Los alemanes ven el sol y salen en bolas. Y ver el sol no significa 30 grados. A veces el sol sale con 15 y ellos aún así calzan chancletas.
-Un importante número de alemanes lleva puesta una tremenda cara de culo, por las dudas.
-Las alemanas usan sandalias con medias de Nylon.
-Los alemanes usan sandalias con medias de algodón.
-En Escocia vi al alemán más lindo de todos: morocho, ojos miel, nariz y dientes perfectos, una cara de argentino que se le caía. Y con remera negra, grrrrr...
-Las alemanas lindas tienen cara de yarará.
-Los alemanes son provocadores, en el mal sentido.
-Los alemanes, cuando miran, miran: les dijiste "mirá disimuladamente..." y al darse vuelta te volaron la peluca.
-Los palos de los no videntes tienen una bola en el extremo que toca el piso.
-Estas subjetivísimas observaciones continuarán cuando el nuevo trabajo me lo permita :) Estoy muy contenta, y ya necesito vacaciones.

26 de junio de 2011

Memoria sensorial

-¿Qué estás haciendo? -me preguntó.
-Nada, me huelo... me hace acordar a algo.
-¿Tu olor?
-Sí, viste que yo siempre te digo que mi memoria sensorial es extremadamente sensible... olores, música, sabores... Cuando algún olor, como ahora, me recuerda a algo pasado lo que me genera no puedo expresarlo con palabras.
-Yo te ayudo: la axila que te estás oliendo te remonta a ayer nomás, cuando yo me comía una hamburguesa con queso y cebolla de McDonalds. ¡Qué hermoso recuerdo, Palomita!

(Y yo, tan contenta con mi nuevo Rexona...)

Una boludez inmensa para arrancar este Domingo semi-soleado.

18 de junio de 2011

Algunas observaciones

-Los alemanes son, por lejísimos, más lindos que las alemanas.
-Por ende, las alemanas roban.
-Me enoja que las alemanas roben.
-Los alemanes tienden a engordar. Y la preocupación es mínima.
-Las alemanas rellenitas tienen culos prominentes, gambas maceteras y panza chata.
-Las alemanas se maquillan mucho.
-Las turcas se maquillan mucho, mucho más.
-Los alemanes tienen lindos pies, bien formados y con un lindo arco. Lo veo a diario, cuando me agacho para espiar si los probadores están vacíos.
-A algunos alemanes les gusta mi pelo. Porque tengo mucho, como las turcas, pero a diferencia de ellas, no me hago peinados estrafalarios. Lo dejo así, como Dios lo trajo al mundo.
-Los alemanes, aunque afuera brille el sol, siempre pero siempre tienen un motivo para refunfuñar y quejarse (me avala el mismísimo autor que estoy leyendo, un alemán auto-crítico)
-Los alemanes NO tienen talento para la música.
-Los alemanes, al menos los que yo conozco, tienen mucho sentido del humor.
-Los alemanes no pueden bailar, aunque lo intentan y se divierten igual moviéndose destartaladamente.
-Los alemanes respetan tanto el trabajo que es envidiable.
-Las alemanas piden opinión sobre cómo les quedan las prendas.
-Los alemanes pagan más impuestos que no se qué.
-Los perros alemanes son los más felices que vi en toda mi vida.
-Los policías alemanes, en su gran mayoría, son jóvenes, en forma, rubios y están apetecibles.
-Acá está todo tan organizado y controlado que me da miedo despedir un gas y que me deporten.

(continuará...)

15 de junio de 2011

Ahora.

Leo, me regocijo y me relajo. Pero no comento ni escribo nada de nada. Vuelvo a estar cansada y a tener sólo ganas de cama. De soñar plácida y profundamente.

Trabajo, estoy cansada y sin tiempo pero contenta. Por ahora.

20 de mayo de 2011

Nostalgia

Dedicado especialmente a Shimmy, con quien comparto ciertas nostalgias. En especial las mencionadas en su último post. Sí, yo también añoro de vez en cuando mi soltería y las "locuras" de aquella época. Lo de dormir poco y nada para luego estar zombie en el trabajo fue lo que más me identificó :) Aún así, lo que tengo es mil veces más lindo, y todavía no tengo que dejar de compartir el lecho de rosas con el gringo.

17 de mayo de 2011

Talento Literario

(Extracto de email de mi Mamaíta)

Encima sigo con los fúnebres del zoologico... Se murió la yegua del Lalo, el rengo de la vuelta, ¿te acordás? Le dieron tortafritas en grasa de chancho con fuego de piquillín; parece que primero se le reventó el bofe, luego se derramó litros de bilis y al final entre jadeo y jadeo pasó a la inmortalidad sin pena ni gloria, dejando al Lalo destruido en alma y cuerpo. Por eso vino a hacer terapia conmigo, que fui toda orejas para el pobre individuo, que quedó sin trabajo ya que la yegua tiraba del carro. Le dije "ayayai que barbaridad, que destino mas traumático" y se fue contento.

No sólo eso, una profe le dijo a una madre "¿por qué tenés tantos hijos? cuidáte con forros, con pastillas, andá al médico" y la señora le contestó... "¡pero si me re-cuido! cuando no tengo para forros, le pongo a mi marido una media de nylon bien finita y con eso nos arreglamos lo más bien, pero igual se ve que el es muy juerte, por eso...y....que le va a hacer señorita".

***
No tengo más comentarios, estas cosas sólo le pasan a mi mamá. Y sólo pasan ahí, en el poco paquetón barrio Noroeste, donde me crié. Y si me las contaba en persona probablemente tendría yo a esta altura el hígado reventado.

28 de abril de 2011

Me pasó una vez (gracias a Dios, solo UNA!)

-"Qué linda que sos... de cara" (y nunca, nunca sufrí de desórdenes alimenticios)

-"Qué bien que te queda la noche" (zapato veloz wannabe Benedetti)

-"¿¿Te dijo 'gorda boluda'?? naaahh, se zarpó... cómo te va a decir 'boluda'??"

(jugando a ser José María Listorti, con un tubo de papel en la mano, buscando similitudes entre gente común y gente famosa)
-(al profesor de Matemática de 2do año, dándole un tubazo en la cabeza) "Woody Allen!"
-(sacándome abruptamente el rollo de papel y devolviendome el golpe) "Mercedes Sosa!"

A una temprana edad, mostrándole a mi hermano cómo se ponían la malla algunas vedettes de la época. Sí, me hice la cola-less, moví el traste como bailando, mi hermano se descostilló de la risa y el maestro mayor de obras de mi casa dijo: "qué bonito, eh?"

"¡Es una reverenda hija de puta!" -dije. Se me fue la mano con el tonito y me llevé la materia a Diciembre. Si no lo hubiese gritado, a lo mejor en mis 5 años de secundario habría estado invicta.

-¡Hola, Floppy! ¿Te acordás de mí, del grupo XXX? -la saludé en el colectivo.
-No... Yo no me llamo Floppy -me dijo, tímida.
Me bajé del colectivo, bordó. Juro que era igual a la otra enanita, Floppy.

-buaaaaaa, buaaaaaaa!!! -lloraba Facu, a sus no más de 3 años, de vuelta de la calle.
-¿¿Qué te pasó, Facu?? -preguntó la mamá
-No sé, se debe de haber golpeado con algo, yo lo vi corriendo cerca de nosotros, seguro se cayó... -dije.
-¡¡NOOOOOO!! Buaaaaaaaaaa!! PATO ME PEGÓ!!

Riiing... riiiing....

-¿Hola? -atiendo.
-Ho-la-se-ño-ri-ta-bue-nas-tar-des.
-¿Hijita, quién es? -pregunta mi mamá.
-No sé, má. Una máquina, debe ser una de esas encuestas...
-Se-ño-ri-ta... Soy-pa-cien-te-de-su-papá, mi-ape-llido-es-Gar-cía.
Ahí lo recordé: el señor tenía una traqueotomía y hablaba por un aparatito. Mi viejo casi me come cruda. Yo pedí perdón y a partir de allí lo apodamos "el robotito".

Nos sentamos en un vacío y calentito restaurant de la Isla-Abadía. Miramos la carta. Viene el mozo:
-¿qué quisieran ordenar?
-Nada -dice mi hermano- no nos alcanza la plata.
Nos levantamos y nos fuimos, y el mozo se quedó mirándonos, no sé si con lástima o pensando que lo cachábamos.

10 de abril de 2011

Jacinta Pichimahuida

Yo creía que mi mamá solamente reproducía, como podía, algunas de las palabras que yo más a menudo emito. Pero no en español, para eso a esta altura ya está ducha, sino en inglés. Cómo ya lo conté acá, mi mamá ya aprendió a decir "zenkiu", "jalou" y "no spík in íngli" cuando alguno que sí lo habla quiere entablar una conversación con ella.

Como dije, "creía". Hace un tiempito Sebastian y yo estábamos en Bahía, hablando de nada trascendente y en este idioma que mi mamá decididamente no habla, cuando ella agregó (o mejor dicho, preguntó):

-Shrrrilly???

La pregunta en ese momento fue como un gol de Messi, de esos perfectos que hace para el Barca; no así para su propio seleccionado. Cuadró divinamente. Sebastian y yo automáticamente dejamos de hablar, nos miramos con los ojos como 2 huevos fritos, la miramos a mi mamá y le dijimos, al unísimo:

-Quééé?!?!
-Ay, chicos, de verdad piensan que no entiendo nada de lo que hablan? -dijo ella, totalmente superada- Hija, nunca subestimes los conocimientos de una vieja docente como yo.
-Ay, a ver, demostrálo. Decíte algo. A verrr???
-Hija, yo aprendí inglés en la escuela, qué te creés?
-Estoy esperando...
-Jái ham shrídin, jái ham shráitin, jái ham de máder. De fáder is in de bázrum. Jái ham lerrrnin.
(...)
-Listo.
(...)
Estallamos de la risa, le expliqué a Sebastian el temita de la "R" de mi mamá (es chaqueña y todavía, a veces, dice "pesho" en lugar de "perro") y, sin quererlo, adoptamos su acento. Empezamos con "Shrilly", ahora le damos "shr" a todas las palabras que no sólo empiecen sino que tengan alguna R. Ahora hablamos inglés chaqueño. Entre nosotros, claro.

Mi mamá tiene mucho, mucho talento. Y la remato, aunque no tenga naaaada que ver, con el talento que tiene para no poder, ni haciendo su mayor esfuerzo, identificar nombres con caras y para expresarlo de manera poco convencional:

(SMS de Bahía a Buenos Aires, mirando gala de expulsión de Gran Hermano)
-Dice Diego que hoy sale X. -digo yo.
-Ese es el chico que se disfraza de mujer? -responde ella, haciendo clara (para quienes la conocemos) alusión a Alejandro, el muchacho que nació mujer y quiere el cambio de sexo.

Para quienes aún tengan dudas de mis raíces y de por qué soy como soy, la respuesta está a la vista.

30 de marzo de 2011

Taken

Cada vez que una de mis papas tiene cría,


me siento abducida y en presencia de éste:


Creo que tengo algún problemita sin resolver.

23 de marzo de 2011

Ay, ella.

No es que acá no exista o que no esté de moda. Porque sí, la chabacanería a veces se pone de moda y en las conversaciones con nuestros pares la sacamos a relucir como un tesoro preciadísimo, con el cual se entretiene al interlocutor e incluso se lo hace mear de risa. Sí, mear, y tengo una amiga que si se ríe mucho, se hace pis. Se tienta por cualquier cosa y no llega al bagno. Más de una vez fui testiga.
Pero el tema de hoy no es el pis. El tema de hoy es una clase de chabacanería que me agarró con las defensas bajas. Y no porque ahora que estoy en tierra primermundista, de gente rubia, que no dice "el garáshe" sino "garaaaaaagggge" a la francesa. No. Fue simplemente porque me di cuenta de la dimensión de los medios de comunicación y de cómo muchos, que no conocen mi país, se habrán llevado una primera impresión que... mamita!
Resulta que un rubio con una cara alemana que da calambre tiene un programa cuyo objetivo es encontrar respuestas a preguntas que muchos nos hacemos y, en esta edición, viajó a Argentina no sólo para hablar del tango o para charlar 2 minutos en Bariloche con el hijo de Mengele sino para preguntar, en la feria de Mataderos, si los Argentinos (latinos en gral, bah) son Machos. El rubio era como un chizito en un plato de manise salados, sin pelar. Preguntó a uno, dos, tres "gauchitos". El primero se rió y básicamente no hizo ningún comentario trascendente. El segundo afirmó rotundamente y fundamentó diciendo  que "yo a mi señora la dejo en casa haciendo lo que sabe hacer: estar en la cocina y preparar la casa y la comida para cuando yo llego de trabajar, porque ese es su trabajo, ella los domingos no puede salir de esas 4 paredes" (...) Así se me paraba el corazón por primera vez. Y llegamos al tercero. Con ganas de participar, con pinta de viejo trabajador que ahora "disfruta" de una jubilación de mierda y aún así con una sonrisa envidiable, él quiso que el mundo entero conociera su verdad:

-Seee, soy macho, pero un macho a media' porque tengo un huevo solo, el otro me lo cortaron.

¿Habrá querido que el mundo entero supiera TANTO, me pregunto yo? Mientras Sebastian se hacía caca de la risa, yo intentaba volver mi maxilar inferior, que ahora yacía en el piso, a su lugar.

No sé si exagero o si ahora me las doy de europea o qué, pero haber escuchado eso me perturbó. Tanto que no sé que decir para terminar este post.

20 de marzo de 2011

Cuando ERA

-¿Sabés que una vez me dijeron que me parecía a esa japonesa?
-mmm...
-¡Sí! Si hasta adaptaron su nombre al mío: de Taka a Pa-taka...
-mmm... no sé. Vos sos más linda.
-Bueno, gracias. Pero hasta yo ya me veo parecida...
-Sí, pero no ahora. Te parecés pero cuando eras gordito -remató el Sebastian.

20 de febrero de 2011

La visita de mi hermano (2do relato con delay, de Agosto de 2010)

Estas 2 semanas pasadas estuve trotando todo el tiempo, llevando a mi hermano de acá para allá, mostrándole, contándole y todos los -ándole de todas las índoles. De repente, de alguna manera, la juego de "local" y como guía turística soy un verdadero fiasco. Yo no me pagaría a mi misma si tuviera que contratarme. Pero bueno, la zafo con los dones chamuyeros que Dios me regaló.

El lunes 19 aterrizó mi hermano a eso de las 5 de la tarde y esperó 1 hora para llamarnos y preguntarnos "¿por dónde andan? ¿Están ya en alguna parte del aeropuerto?" Pues no. La respuesta fue, llanamente, NO. Los tórtolos estaban, hacía 3 horas, al rayo del sol, deshidratados y con la lengua afuera como los perros, varados en la autopista por un accidente que incluyó un interesante incendio. "¿qué hago? ¿los espero o me tomo un tren a Hannover?" Preguntó el Diego. A lo que respondí que se tomara el primer tren que encontrara porque nosotros estábamos a 250 km de Frankfurt y ahora volveríamos a esperarlo a la estación de trenes de Hannover. Volvimos. Llegamos a la ciudad a eso de las 20 hs. Llama Diego: "Pati, mi tren llega a las 22:40 hs, es el que más temprano llega y tengo que hacer combinación en no-se-dónde". Listo, a esperar 2 horas y 40 minutos más... qué más da, al menos estamos en esta hermosa estación, donde abundan la comida y los aromas. (Para las que no lo saben, soy portadora de una importante obsesión con la comida de acá, toda concentrada en este mini mundito subterráneo, en la estación de trenes). "¿Qué hacemos?" -dice el Sebastian. A lo que le sigue mi sugerencia de salir, caminar un poco y luego volver, comer algo y esperar lo que restara hasta que llegara mi hermano. Salimos, caminamos (ahora ya con un clima perfecto, con el sol bajo y una temperatura primaveral-veranil que permitía pantalones cortos y remerita) y al marido le agarran ganas de "licuado de banana con leche". Sí, así como lo leen. Pero acá tal cosa no existe. Acá lo llaman, a la yanqui, Milkshake de banana con leche. Ok, lo pide y yo me pido una coca porque me deshidrato. Tomamos, pedimos la cuenta y partimos rumbo a Nordsee, un paraíso de comida a base de frutos de mar. Me pido un sanguchito de camarones y el Sebastian, uno de pescado en forma de hamburguesa. Puaj. comemos, digerimos y ya casi casi era la hora de arribo de Diego. Entusiasmada y contenta como perrito con 2 colitas, me fui a sentar, NOS fuimos a sentar, al andén 7. "Por fin!" -pienso. Después de tanto esperar, después de todo el cansancio, las idas y vueltas. No pasaron más de 5 minutos cuando la señorita del altavoz avisó: "Señoras y señores: el tren procedente de no-me-acuerdo-donde, con horario de arribo estimado a las 22:40 hs, sufre una demora de 80 (SI, OCHENTA!!!) minutos. El motivo: un tren de carga sufrió un desperfecto y está bloqueando el camino. Les pedimos disculpas". A punto de sufrir YO un desperfecto en mi sistema nervioso, vocifero, enojada con el mundo, con la vida misma: "Hija de puta, sos una hija de puta, me anunciás una demora de OCHENTA fucking minutos y me pedís disculpas así como si nada!!! Y A MI QUIEN ME PAGA POR EL TIEMPO PERDIDO TOOOODO EL DIA DE HOY??!?!?!? EEEEEHHH?!?!?! Quien!?!?! Vos me lo vas a pagar hiija de puta?!?!?!!" Sí, así como lo leen lo saqué de mis pulmones, con furia, con el corazón a punto de estallar. Y en castellano. El Sebastian abrió los ojos grandes porque quizás no haya entendido todo lo que dije, pero seguramente lo dedujo. "Juguemos a algo, mientras tanto, así matamos el tiempo" -me dijo. Y así comenzó una larga, aburrida de a ratos y divertida de a otros ratos, sesión de VEO-VEO. Que veo una cosa maravillosa de color color naranja, otra de color rojo, otra de color azul. El tiempo pasaba, pero en reversa, agachadito, agachadito, el muy turro. Se las hago corta: Diego Jorge llegó a las 00:30, me abrazó y me dijo: "no doy más!", hizo el reclamo correspondiente, recibió parte de la tarifa del boleto como compensación, comió algo y nos fuimos para casa. Llegamos a las 2 de la matina y al día siguiente brillé por mi ausencia en el salón de clases.


Y así empezó la odisea. Con todo esto quiero decirles que vengo mal dormida desde el lunes pasado, porque a partir de entonces todo significa clases + paseos de toda índole, al ritmo de Diego, que en cuanto a turismo significan "salsa", mientras que los míos, a diario, son más que nada un ritmo de balada de los 80s. Lo que les quiero decir es llanamente lo siguiente: me tuvo a los trotes limpios, y me agarró sin estado físico. En dos oportunidades, nos sentamos a tomar algo en unos banquitos de parque y/o plaza y me quedé dormida. Sentadita. Y así toda la semana. Pero la cosa siguió lunes, martes y miércoles, en París. Lo peor: la ida y el regreso. "Pati, te regalo los pasajes de ida y vuelta, por tu cumpleaños" -me dijo, contento. Agradecí, me alegré y no tuve mejor idea que preguntar: "a qué hora sale el tren??" Silencio. Me miró con sus ojos grandes y negros y me dijo: "eeehhh... no es tren. Es colectivo". Casi me agarra un síncope. Estuve a esto de perder la razón. Quizás no me comprendan. He aquí la sencilla aclaración: Un viaje de Hannover a París en bondi dura no menos de 10 horas. Sí, viajamos de noche, como de Buenos Aires a Bahía pero en un colectivo de categoría "semi-cama". Acá el ejecutivo o el suite no existen. Resultado: no hay rincón del cuerpo que en este momento no llore de dolor. Estoy durita y cansada. Agotada. Exhausta!

París es un sueño pero más estresante que el microcentro de Buenos Aires. Entre el Palacio de Versalles y el Museo del Louvre plagados de alienígenas de ojos achinados (me excluyo), mi paciencia llegó a su fin. Iban como paseo dominguero y bloqueaban todo paso disponible. Empecé a empujar y a sacar a la vida toda mi ira contenida. Los chinos no entendían nada y yo me sentía un poquito más relajada. Pero repito: son PLA-GA. Y mi hermano que camina a zancazos. Porque es pata-larga y yo pata-corta. Un zancazo de él son 3 pasos míos. La señora que saca a pasear al chichuahua y que por poquito no lo ahorca. El chihuahua con las patas prendidas fuego por tratar de alcanzar a su dueña y con el cuellito estirado tratando de no perder la vida decapitado. He aquí el chihuahua y mi hermano, la señora. Una de mis últimas frases antes de partir de regreso a casa, ayer: "Hace tres días que camino detrás tuyo, como si fuera tu guardaespaldas".

En fin, no me quejo, la pasamos super lindo y el finde nos encontramos en Colonia, esta vez con el Sebas incluido y dentro de territorio alemán. Y en auto! Dormimos allá y el domingo Diego vuela de regreso a Argentina, donde, espero, no lo aguarde ningún embotellamiento en la Autopista de regreso de Ezeiza a la Capital.

15 de febrero de 2011

A toda velocidad (con delay, del 10 de Septiembre de 2010)

(olvidado en algún rincón de mi computadora)

Son las tempranas 9:25 horas. Acabo de subir al motivo de mi felicidad de hoy. Sí, subir.

Hace más de una semana que estoy como loca preparando mi viaje medio relámpago a la ciudad capital: Berlín, para aquellos iliterados. Resulta que allí hay una Exposición de trabajos para gente con dominio de más de un idioma, preferentemente extranjera, a la que se me antojó ir. Sola. Es en un hotel paquete en las cercanías de Potsdamer Platz y a pasitos, además, de varias atracciones turísticas y/o culturales.

Pero la expo no es hoy, la expo es mañana. Así que si el día y las ganas me acompañan, hoy quiero hacer salida infantil: el Zoológico. Llevaré a la niñita animalera que hay dentro de mí, le regalaré un helado o alguna golosina y, de vuelta a casa, pasaré por el shopping para chusmear las nuevas colecciones Otoño-Invierno. Y mañana sí, casual pero elegante, me dirigiré al evento acompañada de mis zapatitos verdes, el nuevo saquito gris y, quiera la vida, también un fresco rostro y el cerebro a punto caramelo para mostrarle al mundo lo intermedio que es mi alemán. ¿A la salida? No sé, quizá me encuentre con Werner y Monique, mis anfitriones, para cenar o pasear por algún lado.

Así que así ha funcionado mi cerebro en estos últimos días: preparar, preparar, buscar, buscar, imprimir, imprimir (porque me hice un itinerario digno de la asistente ejecutiva que hay dentro de mí, además del pilón de CVs). Hasta dormí medio medio ayer a la noche. Por la ansiedad, calculo. Pero por suerte existen “cosas”, situaciones en el día a día que funcionan como la caricita en la mejilla, la rascadita de espalda, el cachetazo a tiempo. “Cosas”, situaciones que, literalmente, te cachetean. Para bien. Y hace un rato me subí a esa “cosa” y también situación, desde donde escribo: me subí a un ICE. Para quienes no saben, el ICE es el tren conocido como “tren bala”. Esta es la versión alemana y es de lo más linda. Y me da felicidad. Porque no bien se abrieron las puertas de vidrio automáticas que me daban paso a mi vagón, el número 34, sentí aromas de felicidad y escuché voces de felicidad. Aromas a desayuno tibio y voces tranquilas, cansadas algunas, energéticas otras. Y me tranquilicé, y me senté, y respiré, y escuché. A diferencia del tren, yo ya no voy más a toda velocidad.

6 de febrero de 2011

Volver

Estaba yo en un negocio de ropa, ojeando las remeritas estampadas. Qué linda la de rosas, qué simpática la de margaritas, qué anticuada la de azucenas... ¿me llevaré ese vestidito?.

-¡Hola, qué tal! ¿te ayudo? -preguntó exaltado el vendedor hombre en negocio de indumentaria exclusivamente femenina.
-Hola, no gracias, estoy mirando nomás. Te aviso cualquier cosa -respondí amable, con el PLAY puesto en el track "de compras, baby".
-Dale, dale, avisáme si te querés probar algo -respondió él en 2da, ya no en 5ta, con el PLAY puesto en el track "at work, sunshine".

El muchacho se quedó paradito cual estatua a 2 metros de mí, como vigilando. Pero no fue su mirada la que me perturbaba sino la de la señora de la derecha. La veía con el rabillo del ojo: alta, flacucha y vestida a todo volumen. Tanto me perturbaba que no quería ni mirarla. Desde que me puse a mirar remeritas que me di cuenta de su presencia. "¿Qué hago?", me pregunté- "¿Le diré algo? ¿y si la miro de una, fulminante, así se deja de joder?". Nada de eso hice. Me abataté y preferí seguir mirando remeritas. Hasta que la noté nuevamente. "Basta, yo la miro y le digo algo, che! ¿Que no tiene nada mejor que hacer, esta mujer?". Y así fue. La miré, enojada, decidida a todo. Fue entonces cuando me di cuenta de que volver a Buenos Aires había renovado en mí la paranoia que creía curada: la señora, quien con tanto ahínco me miraba, era nada más ni nada menos que un maniquí.

¡¡¡Cuánto te extrañaba, mi hermosa y querida Buenos Aires!!!

13 de enero de 2011

Para todo lo demás, existe Mastercard

1) Marido haciéndose un "snack" de mediatarde (sánguche de jamón y queso y un té) al grito de: "Queso was my first looooooove, and it will be my laaaaaast, queso of the futuuuuuuure, and queso of the paaaaaaaast... to live without my quesooooo... lalalalalaaaaaa".
2) Contarle al  marido que hablé por teléfono con mi mamá y que la primera pregunta sea: "cómo están los peritos (perritos)?"
3) Haber empezado el año con tanta pila que ya asusta.
4) Madre que se hace torta en su propio jardín y como consecuencia se moretonea la cara. Me manda foto de ella "entre sus flores": literalmente entre sus flores, que cubren todo su rostro azul. "¿Viste qué linda salí?", pregunta.
5) Hacer competencia de lectura de las aventuras de Tintín con el marido: gana el que lee los 8 tomos en el menor tiempo, claro. Voy ganando, claro, porque si no no tendría gracia comentarlo.
6) Ser zamarreada en medio de la noche por el mismo individuo con el que compito al grito de: "che, che!! vos estás loco?! (sí, con o de masculino) Dormís en toda la cama, me voy a caer al piso!!" Esa cara y esa indignación a las 4 am no tienen precio.
7) Que la parejita que se formó a finales de 2009 en mi casamiento siga viento en popa.
8) Escuchar música a todo volumen y bailar como descocida, con los ojos cerrados e imaginando que estoy rodeada de gente que admira mis movimientos.
9) Sentirme pancha bastante seguido.
10) Tener mi pasaje a Argentina en la mano (bué, para esto también existe el plastiquito, pero la alegría que se siente es impagable!). AMIGOS, agárrense que allá voy!!!