11 de noviembre de 2007

La ñata contra el vidrio (circa fines de 2007)


No, no terminé ninguna otra carrera ni postgrado.


Solamente que una vez más aconteció lo tan temido: Agarré la correa, hice ruidito con ella y mi superyo más colgado vino corriendo meneando su colita. Así que, juntos emprendimos el camino hacia la calle, la libertad... Pero la libertad se vio interrumpida cuando, sin el más mínimo indicio de que en planta baja había frente a mí una puerta de vidrio (cosa que ya tendría que conocer a ojos cerrados), me dediqué (apréciese aquí el verdadero significado de "dedicación") a masticar algo de vidrio. La mancha de jugate conmigo un poroto. Otra que esos récords guinness degustadores de botellas... Ja!


Por mi madre que intenté seguir viaje pero no pude, al menos por unos segundos, hasta que dejé de ver estrellitas y bengalitas y másssssomeno pude focalizar al viejo de la escoba (en adelante, el portero). Yo creo que mis ojos desorbitados dieron un par de volteretas hasta que pude ver cómo el hombre, que estaba del otro lado del vidrio mirando pasar la vida en bondi y alguna que otra pierna en minifalda, se dio vuelta abruptamente, como si creyera que se derrumbaba el edificio (nótese aquí la magnitud del golpe...) y me abrió la puerta. Acto seguido, me consulta: "te golpeaste???". No, señor, sólo que tenía ganas de autoflagelarme y para ser original me di la cara contra el vidrio a 80 km/h, porque dicen que es rico el vidrio así que quise probar un cachito, vio señor? Es más divertido que golpearse sin querer, don.


Sólo atiné a (o el cerebro me respondió para) decir "sí...". Luego de lo cual me agarró una especie de verborragia en la que le explicaba al portero lo que había pasado, que nunca antes me había sucedido, que parecía una escena extraída de algún dibujito animado, y ja ja ja, y ja ja ja.


Medio pavota seguí mi camino, en un zig zag pseudo-ebrio, sin comprender cabalmente al mundo que me rodeaba. No se si es que mi capacidad de papelonear por ahí es más dimensionada de lo que yo imagino pero hoy logré asombrarme de mi misma.


Como si el episodio del vidrio no >hubiese sido suficiente, porque definitivamente con eso ya por hoy estábamos, una vez dentro de la estación de subte, tuve ganas de probar >hacer algo con poco público. ¡Claro! ¡Fue eso! Como siempre lo hago frente a grandes audiencias, también quise probar con pocos espectadores. Ahora, ¿tenía que ser hoy también? Y sí, era mí momento... y el momento del señor de traje. Una vez que hube cruzado el molinete que da paso al andén, caminé, como todos los días, hacia el final, donde frena el primer vagón. No hice más que andar cuatro o cinco pasos que al mini taquito de mi zapato se le dio por hacer un fli-fla triple. Mortal. En cámara lenta ,iba mi cuerpo perdiendo equilibrio hacia atrás, onda Neo esquivando las balas de Mr. Smith. Gracias al bolsillo del saco del señor que justo pasaba por mi lado no corrí peor suerte. No, no terminé desparramada por el piso, pero el buen hombre se llevó un buen susto y un bolsillo descosido en 4 ó 5 puntitos. Un caballero, me agarró del brazo en pleno proceso gravitacional y logré un papelón a medias.


Por esto, y por mucho más, que está por venir, y por todo lo que ya pasó, hoy me gradué de RECONTRA-BOLUDA magna cum laude.


Gracias, gracias. Me debo a mi público que siempre pide más.

22 de julio de 2007

Hasta en las mejores familias

Padecer de despiste crónico, atolondramiento y distracción es sinónimo de ser quien soy. Y ayer todo eso me llevó nada menos que a pasitos de Constitución.

De repente, me encontré paradita en Avenida Caseros y Avenida Entre Ríos, puntos geográficos a los que nunca habría llegado de no haber sido por un percance como el de ayer.
Se me ocurrió ir a pasear a Florida luego de terminadas mis obligaciones laborales, impulsada por un antojo de Freddo. Hacia allí me dirigí, cantando bajito y caminando con absoluta tranquilidad. Luego de consumado el hecho (interprétese, luego de haber comido un helado ASAAAA DE GRANDE), decidí salir a recorrer la famosa peatonal en busca de quién sabe qué. Así lo hice, y se me hicieron casi las 9 cuando, con el burro agotado, y luego de unos cuantos tropiezos y dobladas de tobillo, me propuse rumbear a casa.

Llegué a la esquina de Tucumán y Florida cuando vi un colectivo que parecia ser el 99, por lo que apuré el tranco y lo alcancé. Me subí, me senté, me puse los auriculares, y me dejé llevar. Cabe mencionar mi estado de coma cada vez que apoyo mis pompis en un asiento de colectivo, motivo por el cual ayer, después de 30 MINUTOS, me di cuenta de que el paisaje que me rodeaba era perfectamente desconocido para mis ojos. Ferozmente le pregunto a la persona que tengo a mi lado: "qué colectivo es éste?!?!?!" A lo que el pobre pibe responde, medio en pánico, "el 6..." y con la sugerencia de que me baje en la intersección de las avenidas mencionadas ut supra por su abundancia de medios de transporte.

Qué más tenía que perder? Me bajé, con la cola entre las patas por desconocer caras, lugares, situaciones, y me fui a la primera parada de colectivo que se presentó ante mis narices. No hice más que esperar 2 segundos cuando asomó un colectivo cuyo cartel iluminadorezaba "Plaza Italia". Iluminada yo de felicidad por leer un lugar conocido y desde el cual podía llegar a casa fácilmente, trepé esos escalones sin pensarlo. Rogaba que realmente llegara a destino, y que no fuera otra mala pasada del destino de cruzarme con un chofer tan despistado como yo, con frágil memoria para cambiar los cartelitos. Por suerte, los paisajes iban tomando colores conocidos, acercándome cada vez más a mi hogar, dulce hogar. Me bajé en la embajada de E.E.U.U., caminé un par de cuadras y salí a Bullrich y Cerviño, donde abordé rauda el 166, que me dejó en la esquina de casa.


La moraleja de esta historia es, primero, nunca intenten ser como yo, es complicado desde donde lo mires y, segundo, si tienen plata para tomarse un radio taxi, háganlo sin pensarlo, porque esto de andar adivinando a qué colectivo te subís, es un garrón. Miren donde terminé yo.

11 de mayo de 2007

Protuberante


Yo, realmente, ya no se qué más hacer.
Desde pequeñita me vienen sucediendo cosas de esta índole, de la que los voy a anoticiar a continuación.
Por la calle jamás me gritaron algo como la gente, al menos no diplómaticamente cuando se tratara de un piropo. Vale aclarar que son pocos, muy pocos, escasos, diría yo.

De adolescente mi cuerpo se estiro... para los costados, por lo que la juventud del momento me lo hacia notar al grito de: "¡¡¡GOOORRRRDAAAAA!!!" cuando pasaban en auto cerca y no tan cerca (como se notaría, no?). Igual no reniego de eso: al fin y al cabo, tenían razon.

Como siempre digo, es culpa de mis padres, por abrir violentamente mi apetito a los 3 meses de edad con guiso de arroz (llamado a la solidaridad: Nunca alimenten a sus bebés con comida de adultos; los odiarán de grandes al pasparse la entrepierna al caminar por la playa...). Eso por un lado.

Hasta el día de hoy sigo teniendo la impresión de que cada vez que me gritan algo, están pronunciando esa palabra... Y si no le preguntan a la Titi.

Ahora bien, ¿no sería mejor que el cuerpo fuera tooodo lindo o tooodo feo y no lindo o feo por partes? Digo, para lograr uniformidad (o unideformidad en mi caso). Por qué menciono esto: Cuando una todavía no entiende esto de ser mitad niña, mitad adolescente (época de transicion aún mas violenta que la apertura de mi apetito), tiene que escuchar, encima, un pseudo-piropo de boliche que dice así: "Que linda que sos... (5 segundos de relojeada de arriba abajo) ...de cara..." Claro, en ese momento me dije: "bien, campeona, bien, estás fuerte". Al menos no sufrí como lo hubiera hecho de haber entendido el mensaje subliminal (subliminal??????), que sería el siguente: "nena, sos 3/4 monstruosa".

Y asi crecí, en medio de un huracán de frases de este estilo. Hasta que una crece y va tomando forma. No te digo que una toma la forma de un jarrón de la dinastía Ming pero al menos una deja de considerarse amorfa (o pochoclo, que vendría a ser lo mismo). Aun así, nunca fui depositaria de dulzura, calidez o como dije al principio, diplomacia. Hace un tiempo fui a un after office y un viejo apendejado, de esos que dan penita, le dice al compañero, otra penita igual que él, mientras me tocaba el pelo: "¡¡¡MIRAAAAAAA!!! ¡¡¡Qué morochaza infernaaaalllll!!!!!!" Pudo haber sido pior, lo admito, pero también pudo haber sido mejor. Lo mismo con un viejo de acá la esquina del trabajo (o laburo, como dicen los jóvenes) que hace no mucho batió: "¡¡¡AAAAHHHH!!! (sí, así con voz bieeeennn de Rolo) ¡Qué CACHO de morocha!". Se agradece, don. Pero, me pregunto, ¿no podría haberlo dicho de otra manera? No pretendo que me digan "Adios lechuguita fresca para este canario goloso" como una vez le dijo un gordo a mi mamá pero algo sin voz de Rolo, que me haga pensar que quien pronuncia las palabras es un adonis, qué se yo... Además, ¿¿¿es muuuucho pedir que alguna vez me piropee un muchacho de menos de 50???

A que voy con todo esto... Hoy terminaron de rematarla. Vengo caminando jovialmente, tal vez meneando un poco de más las pompis (no adrede, claro, pero los tacos implican un sarandeo extra) y de atrás escucho: "florrrrr de culo, eh!". Realmente, yo ya no se qué más hacer. A la legua este último no sólo no fue un piropo, sino que vino con la clara intención de que yo escuchara y me hiciera cargo. Claro que me hice cargo, asumí mi propio baúl, coloradísima pero lo asumí como una duquesa. Me di media vuelta, miré para ver quién había sido (no lo encontré, claro), y tropecé con una baldosa floja. Casi mastico un poco de piso pero por suerte solo tambaleé. Obvio, de fondo se escucharon las risas pertinentes al caso. Y encima mi jefe que me trata de retardada.

¿Cuál es la moraleja de esta historia? A saber:

COMÉ HASTA EXPLOTAR, LUEGO APLICÁTE EL CINTURÓN GÁSTRICO Y ¡CHAU PANZA! ¡AH! Y POR LO DE TU JEFE QUE A VOS TAMBIEN TE TRATA DE RETARDADA/O, GUARDA TODOS LOS MAILS ASI PODES CAGARLO COMO YO. (me habrá odiado, pero me saqué las ganas... piscuí)

Bueno, una tarde más en que reina el ocio y mis ideas inquietas queriendo ver la luz del monitor.

Cuando tenga algo más para contar, lo haré, sin previo aviso.
Besos y cordialidades a todos.

6 de marzo de 2007

Camino hacia mi alma... (fines de 2005)

Como si faltaran palabras, una vez más reina en mí el ansia de expresión. Son sólo ideas repentinas que llegan desde quién sabe dónde hasta lo más profundo de mi ánima idílica "anche" asaz confundida. Lamento lo de confundida, mas no existe elemento que aclare la situación.

Necesitaba aventar mi corazón partío y salí a dar una serena caminata a cinco cuadras a la redonda, como si eso fuera el antídoto para el veneno de la vida. Y ahora, mientras saboreo la dulce y sentida melodía remixada de Children, del fabuloso Robert Miles, retuerzo lo pensado a orillas del supermercado chino: el espíritu rebelde e hiperquinético que he forjado durante los últimos meses. Y no sólo eso, también algo distante, entusiasta y, por qué no, adicto al trabajo. Entre tantas otras cosas, claro. Quienes me tienen cerca saben muy bien de lo que hablo, porque nunca me puse un antifaz. Necesito salir todo el tiempo, me dejo cortar las mechas por una amiga (¿¿yo, traicionar a mi coiffeur?? sí, y saben lo que significa), la incesante idea de un piercing se tornó realidad, no me tomo mis merecidos descansos en el trabajo, voy, vengo, vengo, voy. Todo el tiempo hago insólitas comparaciones con otras personas, sin tener en cuenta presente ni antecedentes, intereses o motivaciones. Las conclusiones son tan incoherentes como irrisorias. Soy un iceberg en mis relaciones, necesito que me abracen furiosamente, que me besen con frenesí, que me amen apasionada y salvajemente, pero no lo permito. Deleznable actitud, incongruente e ilegible. No la avalo, pero mis manos y pies siguen fríos.

Se acercan las altas temperaturas... tal vez se derrita la cáscara y me vea frente al espejo nuevamente, tan agradable como siempre. Sí sé que se me ha fortalecido el alma, a la fuerza. Sé también que tengo fuego en las venas y que, como diría Doble Ve, la esencia no cambia, y lo que se intenta cambiar, no dura más que un suspiro. Le creo: cuantísimas veces he visto almas apócrifas, perdidas e in-creíbles. No les creo. La carencia de inteligencia se hace evidente. Triste. Y a veces dura toda una vida. Qué fracaso. No pienso formar parte de esa lista. Y para eso dejo brotar un aluvión de sensaciones de dentro de mí, aunque a veces no me favorezca. Intento ser simple dentro de un cuadro normal de complejidad, porque lo difícil y complejo en exceso termina cansando. Sé que en ocasiones actué con desatino, y lo sigo haciendo. Pero nada es tan grave como para dejar de hacerlo y si me da algo de placer, mucho menos. La vida es una sola (cliché) y no pienso dejarla pasar inadvertida, porque esa es una enseñanza que atesoro, porque por dejar de hacer, dejás de vivir. Me estoy dejando desasnar. Y me gusta...

1 de marzo de 2007

Ciclo, como buena Geminiana (23 de noviembre de 2005)

¿Qué soy ciclotímica? ¡¿QUÉ SOY CICLOTÍMICA?! ¿Quién dijo eso? Quien haya sido, nunca estuvo tan cerca de la realidad... Algunos odian mi ciclotimia, otros la adoran, otros se ríen de ella, otros le son indiferentes. Ayer hablaba con mi Psicólogo/Psiquiatra (sí, psiquiatra,yyy?!?!?), y cada vez que algún comentario rozaba lo interesante, ¡zas! otra vez la ciclotimia era la razón de mis procederes... que estás bien de a ratos, que estás mal después, que te reís y que inmediatamente después llorás, que tolerás, que no tolerás...

Claro ejemplo fue mi arito, y digo fue, porque fue. Salvo aquellos que tuvieron la dicha de verlo, todos los demás nunca se enteraron de su existencia... (Chicas, iba a ser una sorpresa para cuando fuera a Bahía... pero no llegó). Cuántas veces soñábamos despiertas con ser "rebeldes" y agujerearnos las narinas! Bueno, les hice realidad el sueño, y atenté contra mi cuerpo en un acto vandálico de autoflagelación (según diría mi señora madre): me hice un piercing en la nariz hace un mes. Sí, me clavaron una aguja en la nariz derecha (sí, en una de mis dos naríes) y me colocaron un pequeñísimo arete que, a mi criterio poco objetivo, me quedaba divino. Lo tuve durante exactamente un mes, de 20 a 20, hasta que el 21 a la mañana brotó la ciclotimia por mis poros, me miré al espejo en el baño del trabajo y me lo saqué. La nariz me quedó como un morrón por la fuerza desmedida que apliqué a los tirones, pero por suerte ya está recuperando su formato natural (que tampoco es una maravilla, bah).

Todo en esta vida cumple su ciclo, y mi aro no iba a ser la excepción. Ya cumplió con su misión, ya le pasó el cuarto de hora, ya se le fue el tren, en fin, finíshela, como decía mi papá. Ahora volví a ser la de siempre, naturalmente bella, sin ninguna addenda, aunque si sigo comiendo las medialunas que comí hoy en el trabajo, así como los chocolates Lindt que trajo un lunamielero de por aquí, el aderezo será mi redonda barriga.

2 de febrero de 2007

Para recordar (parte 2 - 26 de noviembre de 2004)

Si tuviera que contar toda mi vida tendría que escribir un libro, así que, como prefiero algo más modesto, lo reduzco a este sencillísimo cuento.
Ya narré una infancia increíble, con momentos inolvidables junto a todos mis vecinos... Recuerdo también otras cosas y se me pone la piel de gallina. Acá van algunas más:
A muchas ya les conté que tuve una época en que no fui una nena, sino más bien un varoncito. A quienes no saben o no entienden esta transexualización, se las explico: yo era la única nena en un grupo de 8 ó 9 varones (en constante aumento cuantitativo). Imaginarán que lo menos que tenía yo era tetitas (¡ahora entiendo!) porque me la pasaba horas en el piso jugando a que era soldadito igual que Fede, Ramiro, Coco, Juan Manuel, etc. Casi, casi que me crece la pistolita... gracias a Dios (gracias, Dios!!!) aparecieron la prima de Fede y Naty Míkula para salvarme del travestismo. Obviamente, yo seguía jugando con ellos pero ya a otro nivel, casi femenino. ¿Ya conté que para ir de casa en casa pasábamos sobre la medianera? ¿y que nuestras mamás nos llamaban también desde el patio de nuestras casas al grito de "¡¡A TOMAR LA LECHE!!" ó "¡¡A COMEEEEEEEERR!!". Y cuando éramos muchos la cosa se ponía buenísima porque nos ponían a todos a tomar una zucoa con galletitas o con tostadas con manteca o mermelada y quedábamos listos para 3 horas más de juego. Cuánta irresponsabilidad, ¿no? pero de la buena, porque éramos chiquitos y vivíamos el día a día. Cómo se extraña eso, la verdad...! Bueno, y así eran todos los días y en una casa diferente. Hoy acá, mañana allá. A mi me gustaba estar en mi casa o ir a lo de Fede, porque las zucoas o las cosas amasadas de mi mamá no tenían desperdicio... y en lo de Fede tomábamos la leche tirados en unos sillones mirando los dibujitos. Obvio que nos quedábamos a dormir también en otras casas. Para qué, digo yo, si estábamos al lado! Pero era esa cosa de comer y dormir en un lugar diferente y de poder seguir jugando más allá de las horas habituales. Jugar a la guerra de almohadonazos, al cuarto oscuro... Sí que éramos sanos. Las madres con tal de que no jodas te preparaban papas fritas con huevo frito, panqueques, sanguchitos, todo lo que fuera rico y rápido (lo sano lo dejaron para más adelante..). Lo mejor era pasar año nuevo entre vecinos, no saben qué bueno que estaba juntarse después de las 12 a brindar en la calle con todo el mundo y empezar a tirar cuetes! Y también comer garrapiñadas, confititos, turrón, pan dulce y por qué no tomar un poquito de sidra. ¡y los Reyes! Salir a la calle a mostrarnos todos los regalos que nos hacían los reyes, era lo más. Y qué tontas! Todas creíamos que venían y se comían el pasto y se tomaban el agüita. Esas ilusiones no se borrarán jamás de mi cabeza.
Algo más: Mi ratón no se llamaba Pérez... Cuando yo dormía, mi mamá me dejaba un papelito con un billete de lo que ahora serían dos pesos y firmaba: "FLORIPÓN". Yo le decía: "¡¡Mamá, mirá, el ratoncito sabe escribir!!". Qué boluda. Hasta que alguien me dijo que ese ratoncito no existía, que eran mis papás y esto y lo otro... ¡qué desilusión! Creo que hasta llegué a enojarme con mi mamá. Mi papá siempre zafaba de todo, porque como en casa la que llevaba los pantalones era mi mamá y quien nos retaba siempre era ella, entonces mamá era la mala de la película. A propósito, una vez, me cuenta mamá, yo le dije: "Mami, ¿vos no te enojás? pero yo lo quiero a papá así (dedito índice y pulgar juntitos) un poquitito más que a vos" Si seré yegua, pobre vieja.
Y bueno, el tiempo pasó, pasaron muchas cosas: se incendió la torta de cumpleaños de Rocío (para las que no saben, la mamá de Rocío era una experta tortera que te hacía tortas con la forma que quisieras y en esta oportunidad había hecho un par de tortas con la forma de los ositos cariñosos sentados sobre nubes de algodón... Imaginarán que cuando fue a prender las velitas, el algodón ardió en llamas...), unas cuantas nos hicimos "señoritas" y tantas otras cosas que de a poco iré recordando.

1 de febrero de 2007

Para recordar... (a mis amigas, 25 de Noviembre de 2004)


Ayer me acordaba de un montón de cosas que marcan mi infancia y/o adolescencia como fuego. Y cuando digo MI, quiero decir NUESTRA, porque todas seguramente pasamos por cosas similares. Si empiezo por el colegio, creo que este mail no tendría fin, pero bien vale resaltar aquello que hoy me provoca risa y que recuerdo con cariño... las que fueron al mismo colegio que yo, y a mi mismo curso, saben bien que Naty, Luján y yo éramos un trío muy desparejo, en el que una mandaba (Naty) y las otras dos eran sus súbditos (Luji y yo). Tal vez alguien más haya pasado por lo mismo, porque tengo entendido que cosas así suceden cuando hay más de dos. Me refiero al momento casi psicópata de salir corriendo (2 de ellas) mientras la otra está, por ejemplo y en mi caso, en el baño haciendo pis. Obvio, Te quedabas hablándole a la pared, porque cuando te dabas cuenta de que estabas sola, las otras dos ya habían hecho el rondín completo de todo el colegio. Eso generaba una suerte de angustia para aquella pobrecita alma solitaria, pero también generaba unas ganas locas de partirles un palo por la cabeza a las otras dos (y con una mano en el corazón, tres palos más a la cabecilla, que siempre era la misma...!). Pero la tortilla se daba vuelta siempre. La revolución comenzaba y la transformación del grupo se hacía evidente: las dos súbditas se sublevaban contra "el amo" y salían a dar batalla, uniéndose en los recreos y en cualquier otra actividad con el solo fin de tomar venganza. No puedo ser hipócrita, quiero decirles que me daba mucho placer...Casi tanto placer como jugar al elástico! ¿se acuerdan? ¡qué DEPORTE! un poco más y te deformabas con tal de no enredarte cuando llegabas hasta sexta o séptima... Y siempre el angelito o salvadora era la misma: la dueña del elástico. Ella contaba con la más absoluta impunidad. Creo que yo era la dueña-de-elástico más boluda de todas porque yo nunca fui angelito y sin embargo siempre llevaba el elástico en el bolsillo del guardapolvo. Qué injusticia. Hasta que llegó el sexo opuesto. Sí, los chicos también jugaban, y aunque se deformaran aun más que nosotras (porque la destreza de sus cuerpos no estaba acostumbrada a estetipo de deportes), siempre ganaban porque los muy guachos saltaban 5 metros por encima de nuestras cabezas como si nada. ¿y se acuerdan del "corto mano, corto fierro"? de eso me hizo acordar una amiga de mi hermano que también se acordaba de estas cosas la vez pasada. Se hacían dos anillos con los dedos índice y pulgar de ambas manos, unidos casi a punto de separarse... casi que ese recuerdo desapareció de mi memoria, simplemente me acuerdo del dicho y del gesto que lo acompañaba, pero no recuerdo en qué situaciones se usaba. Y, fuera de querer dibujarme como la más buena, yo sólo sé que nunca hice uso de un armade ese filo para con mis amigas, porque no era mi estilo, yo era la boluda a la que todos cagaban, por buena... pero eso me valió para estar en la bandera en sexto y séptimo grado, quiero decirles! ¡¡ELEGIDA POR LAS MAESTRAS!! Y cuando pienso en las maestras, no saben las cosas que recuerdo... Virtudes Choique, por ejemplo.Pero bueno, la idea es no detallar demasiado las cosas porque si no, este mailse eterniza. No puedo dejar de pensar un poquito más separado todo de las amigas... me acuerdo también de mis amigos del barrio... ¿quién no tuvo al menos un/a amigo/a del barrio? nos pasábamos horas jugando en la vereda a la mancha o a la escondida ¡ni te cuento cuando jugábamos al ring raje! Eso era lo más, hasta que un día mi vieja nos pescó y nos dijo algo que nos haría pensar tres veces antes de jugar a eso. Recuerdo que me dijo: "...y mirá si justo tocás en la casa de una persona discapacitada que no puede llegar rápido a la puerta y por hacer el esfuerzo se lastima?" Un puñal en el corazón. Mi madre y la culpa, siempre de la mano. Nunca más toqué ningún timbre ilegalmente. De todas maneras, en el barrio éramos una banda y podíamos jugar a lo que se nos antojase, incluso jugábamos a los dibujitos (Mazinger, Transformer, G.I. Joe, etc.) en los que mi hermano siempre hacía de malo y Fede, mi vecino, y yo éramos los líderes de los buenos. Los otros eran segundones, pobres. Y hablando de Fede, y traigo a colación a Ramiro, me acuerdo de una vez que decidimos conocernos... cómo te diría... más íntimamente. Qué gracioso! La casa de Ramiro estaba en obra en ese tiempo, y había una habitación en la que siempre organizábamos juntas. Un día fuimos los tres solitos y nos decidimos a hacerlo... obviamente éramos chiquitos y no conocíamos lo que eso significaba... Primero empecé yo y después siguieron ellos... Me bajé la bombachita, les mostré la cachufletita, y después ellos me mostraron su pistolita. Mirá qué adelanto! Me acuerdo también que jugando alos novios con Fede en un galponcito de mi casa, cuando todavía estaba en plena construcción, nos acostamos en una colchoneta y yo le robé un piquito...Fórmula uno, la chinita. Pero la pasábamos bien, nos volvíamos a casa como a las 10 de la noche, cuando Doña Delia se metía en su casa. Éramos felices, comprábamos chupetines y caramelos en lo de Don Cosme, un viejito adorable. Ysi Don Cosme no estaba abierto (recuérdoles a todas que la siesta en Bahía es sagrada) nos íbamos a lo de Ferriño o a lo de la Ronca. Hasta que apareció el Quiosco de Lety. Y ahí apareció mi engrosamiento. Y si no estaba Lety, estaba el Quiosco de las 24, la competencia. En esos Kioscos comprábamos los regalitos para los cumpleaños: lápices, lapiceras, cartucheras de metal, con sacapuntas y cajoncito incluido, etc, etc, etc. Nada de comprar remeritas de Ayres o Zara o carteras de Prune. Con un peluche quedabas diez puntos. Lo nuestro era una relación de amor-odio permanente, en la que en ocasiones nos hacíamos todo tipo de regalitos y aveces teníamos ganas de matarnos. Y ni te cuento cuando a tu amiguita le gustaba el mismo chico que a vos! se armaba un tole-tole de aquellos, una competencia infinita por ver quien se ganaba al galán del aula. No empezamos a interactuar con ellos sino hasta un poco más tarde, cuando empezamos a usar corpiños (deportivos, lógico) y a experimentar otras formas mas o menos curvilíneas en nuestros cuerpitos de niña-adolescente. Ya entonces empezábamoscon los asaltos (¡los asaltos!) Bailábamos lento casi con miedo a quedar embarazadas con el solo roce de su mano en nuestra cintura... parecíamos robots. Pero qué momentos! demostraciones de habilidad con la danza, miradas sugestivas, histeriqueos masivos... nunca voy a olvidar los momentos en que apagaban la luz porque se venían los lentos... creo que lo hacían para que ni ellos ni nosotras viéramos al renacuajo que teníamos en frente... Estábamos todos en vías de desarrollo, creciendo leeeento... Las tetitas, los bigotitos, las cejitas sin depilar, la peluca amorfa, la ropita, en fin un conjunto de cosas que en lugar de hacernos mujercitas, nos hacían casi casi unos monstruitos. Y bueno, ni hablar de ellos... las manos ampolladas por haber descubierto "eso".. y qué poco galanes que eran, che. Hasta que, lógicamente, una empieza a abrir sus horizontes y empieza a mirar más allá. Como el chico que me gusta no está acá, entonces debe de estar allá: otro colegio.
Y así fuimos creciendo de a poquito, con aventuras y desventuras, con risas y con lágrimas. Pero gracias a Dios siempre con amigas que estaban dispuestas a todo por ayudar (hablo por experiencia propia, porque la vez que fui a Monte Hermoso a bailar y Cony se peleó con un rugbier, casi me ligo una trompada del pibe por meterme a defenderla...). ¡Esas son mis amigas!

1 de enero de 2007

Acto de Inauguración

"¿Cómo hace la palomitaaaaa?"
"¡Cucú!"
Bienvenida, Palomita, me digo a mí misma. Y bienvenidos a todos quienes leen estas palabras, ya que en ellas se resumirán algunos de los hechos que conforman mis días.
Ante todo, quiero decirles que tuve una musa inspiradora que, con sus interesantes recuentos, atrapó mi atención y admiración y heme aquí, en una especie de copia infiel... Y a ella le voy a dedicar este, mi primer parrafito.

Aunque, para justificar mis actos de vandalismo narrativo, quiero aclarar que mi interés por el tipeo de ideas y anécdotas, viene desde mis juveniles 20... antes de eso, era una zonzuela adolescente que adolescía de ideas y capacidad de redacción.
Entonces, en este humilde pero sentido acto, sello la inauguración de este, mi ranchito literario!