10 de julio de 2009

"Basta de chácharas y atrévase a soñar!"


Así diría el querido Berugo... Pero a mí ya no me hace ninguna gracia. Antes sí, con el alcoyana-alcoyana o capri-capri, el enano chupatierra y los pepés de la señorita Lee.
Ahora que no quiero soñar, sueño. ¡Y qué sueños! ¡Maaaamita! (diría un antiguo conocido íntimo).
El tema es el siguiente: Ahora que se me dio por hacerme la señora, ahora que se me dio por casarme, mi cerebro de noche tiene más vida que de día. Y sale a jugar. Pero yo quiero dormir. Y así estamos, cansada yo, cansado él. Resulta que ahora se le da al muy piola por jugar a que me caso y no viene nadie a mi fiesta salvo 3 amigas con sus respectivos. Y comemos en sillas de plástico. Y bailamos cumbia. Y llueve y el piso es de granito. Huelo humedad y me despierto de un saltito. Y resulta que también se le da por jugar a que me pongo la falda del vestido y me doy cuenta de que el corpiño blanco de encaje está colgado del tendedero de la vecina que pende de las ramas de dos arboluchos. Abro dedos, agarro corpiño, cierro dedos, engancho corpiño y corpiño termina descansando en el piso de tierra. Y encima me equivoco de iglesia. Llego y la gente que espera no es de mi palo. Es del palo de otra que decidió casarse el mismo día que yo en la iglesia de al lado.
Y que después no me vengan con eso de "sí, es estresante pero es taaaan hermoso vivirlo!" (seguido de suspiro) porque NO compro. Quiero wedding planner aunque no pienso invertir en mentiras. Me seguiré quejando, seguiré soñando, seguiré estresada... total... es taaaaaan hermoso vivirlo!


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