4 de marzo de 2010

Por las nubes

No, no voy a hablar de los precios de la carne o de la lechuga. Tampoco de los precios de la leche y derivados lácteos. En síntesis, no voy a hablar de ninguna cosa que tenga precio en Argentina.

Hace una semana que ando por las nubes. Tooooodo lo que hago y digo tiene que ver con las nubes.

Hace une semana que no duermo.
Hace una semana que, por ende, hago foco cero en el trabajo. Por lo tanto, estoy en las nubes.
Hace una semana que no dejo de pensar qué haré mientras el Sebastian esté en Alemania (destino al cual llega luego de unas cuantas horas de volar por las nubes)
Hace una semana que sé que no conservaré mi actual empleo una vez asentada de aquel lado del charco, razón por la cual, vivo en las nubes pensando en qué ocuparé mi tiempo hasta que consiga un trabajo (por suerte hay muchas cosas que hacer).
Hace una semana, además de lo personal, que vivo pensando a modo de nube cómo hacer para que mis consultores lleguen a tiempo a sus reuniones de negocios luego de un fugaz (o no tan fugaz) vuelo por las nubes en coach o business class. Absolutamente todos los días que ya lleva esta semana, estuve inmersa en un despelote de itinerarios con más de un millón y medio de cambios, cancelaciones, etc. Y mis puteadas se escuchan hasta en las nubes.
Hace una semana que vengo diciendo "Dios mío" por cualquier cosa, porque estoy sensible. ¿Dónde vive Dios? En las nubes.

Decí que las nubes son hermosas. Al menos todo tiene una referencia dulce y suave.

Sí, lo se. Soy un cielo.

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